Este año, al ser tan poquitos,
decidimos hacer todos la misma marcha. La propuesta fue cambiar la tradicional
subida al Morezón por una ruta circular, iríamos hasta la laguna, de ahí
enfilaríamos para subir por el Gargantón hasta el Venteadero y bajada por una
de las canales del Ameal de Pablo hasta el refugio, y vuelta por los Barrerones
hasta la Plataforma. La propuesta fue muy bien acogida. Se hacía una actividad
distinta a la de años anteriores y había varias personas que no conocían el
recorrido. Era su primera vez por esos pagos. Así y teniendo en cuenta las
condiciones climáticas, (la previsión era de vientos fuertes, lluvia y nieve
por la tarde) nos decidimos a iniciar nuestro periplo con la idea de darnos la
vuelta cuando los meteoros no nos dejaran avanzar.
La temperatura de primera hora de
la mañana era baja (el termómetro del autobús marcaba 3 grados sobre cero),
pero resultaba muy agradable para caminar y nuestro avance hacia los Barrerenos
resultó muy “disfrutón”. El cielo estaba cubierto, pero el aire estaba tan
limpio que nos permitía ver a larga distancia, y la luz mostraba unos
contrastes preciosos. Incluso apareció algún rayito de sol en lontananza, que
le dio un toque de color muy especial. E igualmente especial era el silencio
que nos rodeaba. Habíamos dejado atrás todo el ruido y el ajetreo del
“progreso”. Se respiraba paz por todos los poros… Nos cruzamos con muy pocas
personas hasta que bajamos a la laguna. Tres o cuatro grupitos de no más de
cuatro personas. A partir de ahí éramos los únicos en aquellos valles. La
sensación era fantástica.
En el balcón de los Barrerones
vimos cómo todos los picos del circo estaban cogidos por la niebla. Parecía que
se había instalado ahí y había decidido quedarse.
Cruzamos el desagüe de la laguna
y subimos los primeros repechos hasta llegar al Gargantón. Paramos un momentito
en el collado que forma el final del cordal del Ameal, antes de bajar al Gargantón, y aprovechamos para beber y comer
un poquito. Había muchas cosas ricas: bizcocho casero de la mami; tés diversos,
cada cual más bueno; caldito aderezado con un chorrito de coñac… Fue sólo un
tiento, hacía un rato que habíamos iniciado la marcha pero no pensamos que
después el tiempo no nos iba a dejar parar y completar nuestra ingesta de
vituallas.
La marcha transcurría fenomenal.
Una invernal en toda regla. Las dudas que había sobre la posible verticalidad
de las pendientes o sobre el manejo del material (crampones y piolet) las
íbamos despejando y posponiendo. “De las cosas hay que ocuparse, y no
preocuparse”. Estábamos seguros de que el grupo que íbamos podíamos resolver
las posibles situaciones que se dieran en el recorrido marcado.
Dentro del Gargantón, y
coincidiendo con el horario pronosticado para la entrada del temporal, comenzó
a soplar más fuerte el viento. Ahí tuvimos que abrigarnos un poco más. Las
condiciones de hacía un más duras.
Un poco más adelante, pasado el
primer escalón del Gargantón, nos dimos cuenta de que uno de los miembros del
grupo se quedaba rezagado. Así que decidimos ir “haciendo la goma” como dicen
en el argot ciclista. Unos pocos por delante y más o menos estirados los demás.
La sensación térmica estaba bajando considerablemente a consecuencia de las
ráfagas de viento que soplaban con fuerza y traían ventisca, a ratitos de nieve
y a ratitos de fino granizo, por lo que no era recomendado esperar todos juntos
e ir al paso del más lento. Optamos por ir avanzando buscando las zonas más
resguardadas para reagruparnos. Así fuimos subiendo al Venteadero y bajando por
la canal.
El momento tan “esperado” de la
bajada se hizo presente. Con una indicaciones mínimas sobre cómo ir afianzando
la pisada y como ir avanzando por la pendiente, y una compañía cercana fue
suficiente para llegar hasta abajo. Prueba superada y con gran satisfacción
para aquellos que se enfrentaban a una pendiente así por primera vez.
Una vez cubierta esta parte de la
ruta nos reagrupamos y establecimos el siguiente hito: el Refugio Elola. Ya
soñábamos con comer los suculentos manjares que nos habían contado atesoraba
una de nuestras mochilas, muy bien guardada por su propietario, por cierto; y
regarlos, algunos con un refresco que aportara chispa, otros con una cervecita
o un caldito. Pero nuestro sueño se quedó en eso… en un sueño. El Elola estaba
cerrado. Otra sorpresa para mí. Tampoco había visto antes el Elola sin guarda.
Esperamos a reagruparnos todos y de nuevo establecimos la estrategia. Un grupo
iría avanzando para llegar lo antes posible al autobús y poder cambiarse de
ropa que ya empezaba a estar muy mojadita, y disfrutar de los alimentos que aún
no habíamos podido degustar. El resto descansaríamos un poco y aliviaríamos el
tirón que le había dado a Diego y hacia muy lento su avance.
Para abreviar el retorno decidimos
cruzar por medio de la laguna. Eso sí lo había hecho yo más veces. Por fin algo
que no era novedad. La laguna tenía una capa de hielo grueso por debajo, y por
encima había algunas zonas que eran balsitas de agua. Debe ser que se helaban
por la noche y se deshelaban por el día.
El retorno se nos hizo lento, por
lo que ya hemos contado. Carlos acompañó a Diego en todo momento, para servirle
de apoyo en lo que pudiera necesitar. La lluvia se hacía más presente y las
rachas de viento en ocasiones nos desplazaban del sitio. Pero poquito a poquito
fuimos avanzando hasta alcanzar nuestro objetivo. Hubo casi una hora de
diferencia entre los que llegaron primero al autobús y los últimos, pero
Mariano nos esperó pacientemente y contábamos además con un comodín. Alfredo,
que vino con su coche, accedió muy amablemente a esperar a Carlos y Diego si
llegaban fuera del tiempo que podía esperar Mariano por cuestiones de
tacógrafo. Finalmente no hizo falta. Llegaron a tiempo de montar en el autobús,
así que se quitaron las botas y el chubasquero mojado y rumbo a casa.
Al final resultó una emocionante
y gratificante experiencia. ¡Toda una invernal! Y pensamos… Los que no han
venido, se lo han perdido.
¡Hasta la próxima salida!.
Texto: Rosa Rubio.
Fotos: Juan Ayuso.
Texto: Rosa Rubio.
Fotos: Juan Ayuso.
Preciosa y gráfica crónica,no pude ir a la marcha, pero a traves de ella y conociendo el sitio y las condiciones he podido compartir vuestras sensaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias!!